jueves, 30 de abril de 2009

“Tu culpa es mi culpa”

“De la mano hasta el final de los días, pues por ti sueño y vivo cada día. Eres mi tesoro y este donde este serás mi mayor orgullo”
Carmen Sanabria.
Tener un hijo es una bendición única, y nadie se alcanza a imaginar que el dolor sufrido en el parto se queda corto con la felicidad tan inmensa que es oír el primer llanto de tu bebe. Pero con el tiempo la criatura tierna y dulce deja de ser dependiente de ti para convertirse en un ser con total autonomía.
22 años tenia cuando tuve mi primer bebe, fue una hermosa niña que con su carita de ángel en menos de un segundo le cambio el sentido a mi vida. Pero la alegría se mezclaba con miedo pues temía fallar en el intento de ser madre, pues desafortunadamente para los padres no hay un libro, manual, cartilla o algo por el estilo que nos diga que se debe y que no se debe hacer a la hora de formar personitas de bien.
Mi niña crecía cada vez mas y mi esposo y yo nos sentíamos muy argullosos de ver plasmado el fruto de nuestro amor en ese magnífico ser. En el año 1989 la princesa del hogar cumplió 2 años, y faltaba muy poco para que otro pequeño llegara a ser parte de la familia, todo marchaba de maravilla y aun faltaba mucho por vivir y aprender. Como lo teníamos planeado el 18 de diciembre de ese año nació mi segundo hijo para mí una bendición más, y aunque el pequeñito requería mucha atención, nunca deje a un lado a mi niña bonita.
Los años no pasan en vano y de eso me di cuenta cuando mis bebes ya no jugaban con sus juguetes, cuando no me consultaban el como o porque de las cosas. Cada día me daba cuenta de cosas nuevas y para mi extrañas, aunque no me deje abrumar por esto y seguí adelante, de la mano con ellos, pues si caía sabia que me levantarían las veces que fuera necesario.
Entraron al colegio y sentía que estaban cada vez mas lejos, afortunadamente nunca fue así, aunque ya no compartían la totalidad de su tiempo conmigo, cuando estábamos juntos el tiempo se congelaba y la felicidad se apoderaba de nuestras vidas.
A Dios le doy gracias pues nunca estuvieron en malos pasos, se caracterizaron por ser buenos hijos y personas. Eran mi motivo de lucha pues en sus rostros veía pureza e inocencia. En el colegio sus notas eran siempre las mejores y en la familia ni hablar pues todo el mundo admiraba a mis hijos.
En el año 2004 cuando mi niña tenia 17 años se graduó del colegio aunque no con honores pues cuando empezó a madurar tomo una actitud fuerte y decidida, tuvo disgustos con mucha gente en su colegio así que recibió su diploma de bachiller por ventanilla, para mi esto no importaba pues sabia que lo que ella hacia estaba correcto.
Entro a la universidad y mucha gente me dijo en varias ocasiones que tuviera cuidado pues la universidad la iba cambiar y no para bien si no para mal, pero yo tenia muy claro quien era ella así que deje que tomara sus decisiones también sabia que no siempre iba a estar a su lado por tal motivo caer de vez en cuando la iba a mejorar como persona.
Paso el tiempo y me presento su primer novio, no niego que tuve mucho miedo que saliera lastimada pero cuando conocí bien al muchacho note que en mejores manos no podía estar. Su relación fue muy seria, pero cuando llevaban como 7 o 8 meses de novios mi hija empezó a tener cambios de ánimo muy bruscos lo cual no era normal en ella, su aspecto físico que siempre era muy bueno se deterioro, y aunque hable con ella varias veces, decía que no tenia nada que era impresión mía que no me preocupara.
De repente una noche tuvo un dolor de estomago muy fuerte, lo primero que hice fue llevarla al medico la examinaron le dieron unos calmantes y le hicieron unos exámenes para descartar algo grave, la veía muy mal pues a ella no le gusta ir al medico pero ese día el dolor fue tal que accedió, cuando entregaron los resultados de los exámenes el doctor me hizo seguir a mi y en ese momento pensé que mi muñeca tenia algo mortal.
Aunque la noticia que medio ese día quedo en mi corazón como una puñalada mortal. Empezó a describirme una seria de cosas que en realidad no entendí y cuando le pedí que me explicara de forma mas sencilla me dijo que hacia 3 meses se había practicado un aborto de forma insalubre y su organismo estaba infectado con algo difícil pero posible se controlar.
Que hice mal? fue mi mayor pregunta, porque no le hable de los riesgos que corría. Pero bueno era muy tarde para cuestionarme hice hasta lo imposible para salvarle la vida, y así fue después de 6 largos meses de luchar contra una grave infección todo mejoro claro ella nunca supo que en la clínica me habían contado el porque.
Un día la encontré destrozada con su rostro triste y lleno de lagrimas, le pregunte el porque, y me pidió disculpas, me dijo que la perdonara, que no lo hizo con intención, que el miedo le gano, y muchas cosas mas, me conto lo difícil que fue para ella esto, pero cuando toda su historia termino lo único que le pude decir es que de la mano íbamos a caminar siempre juntas pues ella era mi sombra y yo la suya.
Hoy pienso y me doy cuenta que falle como madre pues en mi afán de tener a mi hija encerrada en una caja de cristal le negué la posibilidad de conocer cosas buenas y malas, bonitas y feas, aunque se que va ser algo que no la va dejar dormir tranquila durante el resto de sus días, se que en el cielo esta su hijito, mi nieto, nuestro angelito cuidándonos e iluminándonos el camino.
Por. Jennifer Barragan.

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